Berta Flores: su rojo corazón

Como parte de nuestros deseos de recuperar memorias de este pueblo y sus referentes éticos, el centro cultural malayerba en proceso de conversión en la cooperativa cultural malayerba está organizando una serie de homenajes a personas, especialmente mujeres que son personas honorables para nuestra historia colectiva. El año pasado hicimos una actividad en coordinación con el COPINH, familiares y amistades de doña Austra Berta Flores que resultó de un gran valor y goce. Aprovechamos para felicitar a doña Berta en su 80 aniversario. 



Berta Flores: su rojo corazón


Con ochenta años, doña Bertita se levanta una fría mañana esperanzana a regar sus flores y esperar las felicitaciones que llegarán desde todas partes del mundo. Nacida bajo el signo de Suyapa, la virgen oscura, madre del pueblo hondureño, secuestrada por  militares y políticos, se sabe bendecida con el don materno de la palabra y la curación.


Los años que la han mirado pasar escucharon su llanto de bebé en una época que como ésta hablaba de dictaduras a las que Austra Berta se opondría desde todas las maneras posibles, sin pausa.


En los caminos largos y entreverados, con paso breve y resistente de sus pequeños pies suaves aunque firmes, doña Bertita acompaña el silencio del pueblo lenca al que conoce como su propia huella, sabe del dolor sin queja en cada parto que ha recibido con su fuerza y saber. Con hombres que no conocen los misterios del cuerpo de sus mujeres ha recorrido cerros hasta que el viento casi la suspende en vilo, cuando el frío corta los rostros y el sol repuja las sombras sobre la tierra, y a sus manos llegaron, llenos de aguas creadoras, cientos de niñas y niños indígenas, mestizos, blancos, niños y niñas, pues.


Dotada por el bien, y acompañada por una mujer extranjera que la encaminó en sus labores, doña Bertita aprendió casi sola lo que sabe y ha compartido con quien la busque, ese pueblo para el que los doctores, clínicas y  medicinas son vedados por la injusticia.


Cura, soba, partea, habla con propiedad, cocina,  conoce la humanidad hasta en el gesto más vil o el más tierno, reflexiona, acompaña, opina, siembra, y bromea con picardía inolvidable.


Mientras recorre las vidas de otras mujeres en tantas casitas ateridas en la montaña, piensa en su prole enorme, en las hijas e hijos que crecen, que necesitan, que buscan, que se confunden y que luchan. Cada uno de estos seres atados al mundo por su entraña le ha importado, le alegran  y le duelen, pero es Carlos el que le ha llevado un poco de su alma tierna.


Con sus propias enaguas y la de otras, doña Bertita alcaldesa construyó obras, decidió mejoras para las comunidades, protegió las aguas y los bosques, defendió a las mujeres. Con su voz de diputada apoyó la eliminación del servicio militar obligatorio, se indignó ante la impunidad. Con su complicidad rebelde aupó la lucha del pueblo salvadoreño y siempre ha estado pujando por la justicia para esta Honduras. De tener más años ahí estaría dice mientras las imágenes de miles de mujeres rebeldes en las calles vigorizan su rojo corazón.


Nadie que la sabe puede juntar a su nombre la corrupción, la maña, la transa, la mentira. Los años que se suman por decenas en esta hora para doña Berta Flores no han limado su proceder de obsidiana.    


Melissa Cardoza


Homenaje, genealogía y memoria.
Cooperativa cultural Malayerba